Monitor de l’esplai, metge de família al CAP de La Mina
Ens ha deixat als 44 anys.
Preguem per tu, per l’Anna, la Marina, la Sara i en Joan, pels teus germans i nebots.
El capellà que ha presidit la cerimònia ens ha llegit un fragment del discurs de festa major que havia preparat l’Alberto per a la festa major del barri de La Mina.
Diu així:
VISCA LA FESTA MAJOR!!!!!
El valor de la fiesta es incalculable. El dinero que cuesta y sobre todo, el esfuerzo desinteresado de muchas personas que trabajan de forma voluntaria, son elevados. Pero la fiesta nos devuelve el doble de beneficio.
Por eso digo que el valor de la fiesta es incalculable, y que por dinero y enorme esfuerzo que cueste, hay que organizarla, es muy importante.
Perdonad la reflexión económica pero seguramente será muy importante en el futuro.
La fiesta es la ocasión esperada de romper las barreras que nos aprisionan. La magia de la fiesta es capaz de derribar fronteras, de tender puentes, de impulsarnos hacia el espacio abierto en que el aire es puro y respirar nos transforma, en seres transparentes, virtuosos, pasajeros del viento, amantes del mundo y la humanidad.
Qué ciencia lo explica, quién lo puede razonar,
que los compases de una canción al aire libre,
la luz de los fuegos de artificio,
o que el sonido de las copas que brindan por un futuro mejor,
las miradas cruzadas de los futuros amantes,
o que los juegos de los niños,
nos acerquen tanto,
nos conviertan en comunidad.
Comunidad, común, comunicación, compartido, comunidad, trocito de mundo, de Catalunya, de Sant Adrià, que por una circunstancia de la historia tenemos en común, rio Besós común, historia común, sol y lluvia comunes, comunidad de vecinos, calle común, servicios comunitarios, decisiones comunes, amigos comunes, familia común, comunidad cultural, fe común, camino compartido, ideas compartidas. Sólo existimos si hay comunidad, en soledad desaparecemos, nos fundimos en la angustia de los días que pasan, sin otro sentido que continuar vivos, por esa misteriosa pulsión que nace en nuestra entraña, que sale del estómago y provoca el estallido de las lágrimas más amargas.
Seguimos vivos porque nuestro corazón late y porque estamos rodeados de otros corazones que laten. Desde que nacemos tenemos vida porque alguien se hace responsable de nosotros, y a lo largo de nuestra vida nosotros nos hacemos responsables de otros, de los que son de nuestra sangre, de los que sentimos como amigos, de los vecinos.
Estar vivos, a la fuerza, nos acerca a los demás, aunque no queramos, aunque no siempre sea fácil, sin remedio, y en esta circunstancia hay que buscar la felicidad, la anhelada felicidad que en soledad no es posible, y en comunidad se convierte en una admirable empresa, en una conquista, en un camino.
La felicidad, yo no se muy bien qué puede ser, pero se que cuando somos felices nos hacemos pequeños para fundirnos con los demás, y tenemos una necesidad muy viva de transmitir lo que estamos sintiendo, de ser la escalera que eleve al otro, de verlo sonreír, de dar la vida, de ascender por encima de la superficie impulsados por una estela incandescente y expandir nuestra alma en millones de chispas de colores en todas las direcciones del espacio, con formas sorprendentes, colores, y un ruido tremendo, estremecedor, que nos pregunta, a todos, a la comunidad ¿eres feliz?.
Está claro que los cohetes de las fiestas del barrio llegarán donde nosotros no lleguemos, y por un momento, en un instante, el tiempo que tardan en apagarse, nos enseñaran qué puede ser la felicidad: estar bien, estar sano, amar y ser amado, crear riqueza, también material, aprovechar la oportunidad que nos dan los demás de ser generosos, el respeto por los demás, el beneficio de todos, nacer, poder confiar en el futuro, poder confiar en los demás, ser comprendido, tener un barrio habitable, …
La felicidad, como sabéis, apreciados vecinos, llega en la vida en pequeñas dosis y no dudéis que la fiesta será una buena dosis.
Muchas gracias a la organización por darme la oportunidad de participar de la fiesta mayor del barrio de La Mina. Gracias, de corazón, por este reconocimiento: el trabajo en salud puede y ha de asumir la responsabilidad que tiene como agente del desarrollo comunitario. En el C.A.P. somos conscientes.
Como trabajador de la salud os recomiendo participar de la fiesta y experimentar ese instante de felicidad en comunidad. Creedme que si pudiera os lo pondría en una receta.
Article de la revista de La Mina en record de l’Albert
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